Instituto de las Pequeñas Hermanas de la Sagrada Familia

El 6 de Noviembre  de 1892 nace en el seno de la Iglesia el Instituto de las Pequeñas Hermanas de la Sagrada Familia, en Castelleto di Brenzone, un pueblo al norte de Italia. Se realizaba así el sueño del Padre José Nascimbeni (1851-1852), párroco y fundador que había gestado en su corazón el deseo de tener hermanas “que lo ayudaran a salvar almas”. El Padre, quería que su parroquia fuera el lugar de atención y de servicio a los enfermos, a los niños, a las familias. Su trabajo había comenzado en Noviembre de 1877 trayendo a la parroquia aires de renovación y novedad. Su atención espiritual no olvidó jamás las necesidades de los pobladores. Mirando a su alrededor trabajó por el desarrollo económico generando fuentes de trabajo y participación: luz y agua, fábrica de aceite y banco, correo y telégrafo. Procuró tener el corazón en el cielo y los pies en la tierra. Por eso experimentó la falta de manos que se dedicaran a llevar a Dios el corazón de los hombres.

En el silencio del corazón, Dominga Mantovani(1862 – 1934) una joven de la parroquia, acogía el llamado de Jesús que la quería para sí y para su Reino. Guiada por el Padre, y junto con otras tres jóvenes, iniciaron una formación intensa que las llevaría a comenzar con el Instituto naciente. Dominga, convertida en Madre María, sería la que encarnara en su propia vida, la vida de Nazaret. Mujer de sencillez y acogida, de ternura y comprensión, de trabajo y oración, mujer de lo cotidiano que marcara el camino de toda Pequeña Hermana.

José Nascimbeni, luego de tantas dificultades y atento a la voz de su obispo que le había dicho “si nadie le da Hermanas, hágalas usted como quiere”, será el sostén y el Padre de esta nueva familia. Le dejó como regalo a la Sagrada Familia, y las hermanas aprenderían de ella la oración, el trabajo y el sacrificio. La espiritualidad franciscana invitó a poner la mirada y el corazón en el Pesebre, en la Eucaristía y en el Calvario. Y las palabras de San Pablo “La caridad de Cristo nos urge” fue el motor para el servicio y la misión. La vida de comunidad estaría siempre caracterizada por el espíritu de familia, la sencillez y la alegría. Padre José y Madre María, siguen conduciendo desde el seno de Dios al Instituto, a cada Pequeña Hermana para que sean testigos de la Encarnación en medio del pueblo, para llegar a ser toda para todos, como ellas fueron.

Hoy en Instituto de las Pequeñas Hermanas de la Sagrada Familia continúa viviendo y gozando de la preciosa herencia que dejaron los fundadores, llevando el Evangelio donde la caridad las llame: atención a las familias,  niños, jóvenes y ancianos, enfermos y discapacitados, pastoral parroquial y educativa, atención a los sacerdotes, prefiriendo siempre al pobre y al pequeño.

 

“Las escuelas de las Pequeñas Hermanas de la Sagrada Familia  son expresión de la solicitud de la Iglesia, para ofrecer una cultura y una educación inspiradas en el Evangelio… tienden a la formación integral del hombre… finalizada al desarrollo integral y armónico de todas las dimensiones de la persona (personal, interpersonal, histórica, cristiana)… La atención a estos aspectos de la persona empeña toda la comunidad educativa a promover: los valores de la familia, de la comunidad humana, de la cultura y de la civilización… de la fe”

(Proyecto Educativo del Instituto de las escuelas de las Pequeñas Hermanas de la Sagrada Familia, pag.2-4)

“Lo que se hace por amor y con amor tiene un valor infinito.”

Madre María Dominga Mantovani